¿Es la cámara del iphone «demasiado buena»? ¿qué significa «buena»?
Está habiendo cierto debate en las últimas semanas en el mundillo de la fotografía (al menos en EE.UU.) sobre si la cámara de los últimos Iphone es demasiado «inteligente», tomando decisiones que debería tomar el fotógrafo y dando un aspecto poco natural a las fotos. Todo empezó con una entrada de Sebastiaan de With, creador de Halide, la famosa app de fotografía profesional para Iphone:
(«Al final, esto es una elección creativa. Apple está haciendo magia de verdad con su procesado: saca imágenes muy usables y detalladas a partir de un sensor muy pequeño con una lente que no puede recoger suficiente luz para buenas fotos nocturnas hechas a mano. Esto es sin considerar siquiera el procesado que requiere el «Night mode». Si eres fotógrafo, sin embargo, deberías ser consciente de este procesado – y tomar una decisión informada sobre si lo quieres usar o no. Yo me he decidido tras unos meses: para mí, el procesado en el Iphone 13 Pro es excesivo a veces»).
La famosa revista New Yorker continuó con el tema poco después con uno de sus exhaustivos (aunque bastante selectivos y parciales a poco que uno rasque) reportajes: ¿Have Iphone Cameras become too smart?
(Inciso: supongo que lo sabe todo el mundo, pero… en el Iphone y en todos los smartphones modernos, la fotografía que aparece en la pantalla no es una réplica exacta (ni mucho menos) de lo que ha captado el sensor. Las compañías tecnológicas tiran de aquello en lo que son fuertes (el software, los algoritmos) para procesar y filtrar la foto, eliminando los defectos inherentes en el tipo de cámara que instalan (por ejemplo, el ruido). La fotografía final es una «creación» del software del móvil casi tanto como de la realidad ante nuestros ojos).
Todo lo que nos lleva al tema de esta entrada.
En respuesta a los artículos anteriores, John Nack, jefe de producto de Adobe y veterano de la industria de la fotografía digital (con años de experiencia en Google y en el propio equipo de Photoshop), twiteó:
(«Si alguien leyó ese artículo del New Yorker y cree que prefiere hacer fotos en un Iphone 7, que vea estas fotos de Iphone 7 vs. Iphone 12 que tomé»).
Aconsejo ver la galería enlazada antes de seguir leyendo e intentar adivinar por uno mismo qué fotos están tomadas con el Iphone 7 y cuáles con Iphone 12; no es difícil.
La cuestión, sin embargo, es que resulta más difícil de lo que parece (al menos a mí) decidir entre unas y otras. Tomemos como ejemplo esta foto tomada con el Iphone 7:
Y ahora esta foto hecha con el Iphone 12:
La segunda foto es técnicamente «mejor»: los colores más saturados, sin contraluz… pero el caso es que la primera foto, al menos para quien esto suscribe, es perfectamente válida. Incluso se podría defender que es mejor estéticamente. ¿Está la máquina que está en primer plano subexpuesta debido al contraluz? Sí. ¿Tiene la foto menos contraste debido a la luz que da directamente en la lente? También. ¿Y?
Gran parte del lenguaje audiovisual al que estamos acostumbrados tiene su origen en las limitaciones de la tecnología con la que hemos vivido durante todo el siglo XX. Los contraluces existen porque las cámaras no tenían suficiente rango dinámico para mostrar claramente las partes soleadas y las partes en penumbra de una imagen a la vez. La cuestión es que los fotógrafos, a lo largo de la Historia, han sido capaces de usar esas limitaciones a su favor para dirigir la atención del ojo al sitio correcto, para elegir qué mostrar, que es al fin y al cabo el trabajo del artista. Encuadrar para elegir qué se ve y qué no, exponer para decidir qué es lo importante en la imagen.
Ahora la tecnología nos permite saltarnos esas limitaciones; nos permite, literalmente, tenerlo todo. El Iphone detecta automáticamente cuándo una imagen tiene un rango dinámico excesivo y realiza varias exposiciones para combinarlas en un HDR, sin que el usuario lo sepa siquiera. Todo esto plantea varias cuestiones interesantes.
Primero, ¿qué significa entonces «mejor»? Los informáticos y técnicos tienden a usar definiciones de calidad objetivas y medibles: para ellos, una foto «mejor» es la que reproduce con más fidelidad «lo que vemos con los ojos» (obviemos aquí la cantidad enorme de procesado que realiza nuestro cerebro de las señales que le llegan por el nervio óptico); por tanto, una foto «mejor» es aquella en la que «se ve todo bien», como en la foto de iPhone 12 enlazada arriba. Pero eso no significa que sea la mejor foto estéticamente. Y el problema es que son ellos (los informáticos y programadores de Silicon Valley) los que desarrollan el producto y tienen por tanto la última palabra sobre cómo va a funcionar éste. (Hay que decir que, dentro de lo que cabe, Apple es una empresa que siempre ha tenido cierto gusto estético y respeto por los artistas, tanto por la influencia de Steve Jobs como por imagen y marketing, pero aun así…)
Como consecuencia de lo anterior, y en segundo lugar, está el cambio generacional en lo que se considera una «buena» foto. La mayoría de los fotógrafos en ejercicio hoy en día se han criado con los criterios estéticos que surgieron de la tecnología del siglo XX, pero ¿qué pasará en veinte años, cuando las cámaras con controles manuales estén totalmente extinguidas? (ni hablemos ya del analógico para entonces). ¿Llegará el momento en el que se considere una foto a contraluz una foto «mala» «porque no se ve bien»? (Ya estamos viendo ejemplos de este cambio de paradigma estético, en gente joven que realiza por ejemplo videos a 50 o 60 fps y prefieren el movimiento que les da ese frame rate).
(Si a alguien le parece esto un ejemplo exagerado, aquí va un dato: algunas transferencias a BluRay de clásicos de los años 70 como «Taxi driver» han tenido reseñas malas en los foros de aficionados debido al grano, hasta el punto de que en otras películas de la época se ha acabado eliminando ese grano digitalmente…)
Cuando se producen esta clase de debates entre los profesionales de la imagen, se suele recurrir siempre al final a una invocación esperanzadora: «mientras tenga la posibilidad del control manual…» Y efectivamente, es importante que los fotógrafos sigamos teniendo la posibilidad de desactivar todas las ayudas electrónicas y controlar la imagen a mano, pero eso no es lo único importante. No basta con poder manipular los controles; también hace falta saber para qué. Una generación criada con la cámara automática del Iphone y con la única costumbre de manipular las fotos con el filtro del Instagram, ¿sabrá qué hacer con el diafragma o el obturador, aunque pueda manipularlos?